El domingo 24, un lector se sorprende en esta sección porque, incomprensiblemente, un editorial de EL PAÍS compara (o equipara) a los que él denomina jóvenes de extrema izquierda con otro grupo de indeseables por el simple hecho de que su comportamiento (que no niega en absoluto, sino que incluso detalla) es, en la práctica, el mismo. Hay que comprender que estos muchachos, como diría algún político, se autodenominan antifascistas y hay personas que creen más en el poder de las palabras que en el de los hechos. Por suerte o por desgracia, las palabras y las autodenominaciones, aunque sean bellas, son palabras, y los hechos protagonizados por estos individuos, destrucción, vandalismo y barbarie.- . .
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 29 de octubre de 1999