En EL PAÍS del pasado martes 2 de noviembre de 1999 aparece una noticia según la cual los jueces opinan que los parientes tienen derecho a conocer el historial clínico de los pacientes fallecidos. En mi vida he oído algo más atentatorio al derecho a la intimidad. ¿Qué dirían los padres cuando descubran que su hija adolescente tuvo un aborto? ¿Qué dirá el padre que descubra que a su mujer le hicieron una transfusión en su tercer parto por una incompatibilidad sanguínea que él nunca tuvo con ella? Creo que el derecho a conocer si el tratamiento del pariente fue el que debería ser (causa que supongo está tras la opinión de los jueces) es menos importante para el fallecido que su intimidad.-
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 6 de noviembre de 1999