Varios testigos han relatado frecuentes encuentros casuales con José Lucas Carrasco en en el aeropuerto de Ginebra. Las excusas del funcionario descubierto en tales excursiones clandestinas eran variadas y poco convincentes. Estos viajes conocidos por algunos de sus compañeros de trabajo ya habían despertado sospechas. Lo cierto es que las coincidencias podían haber sido aún más comprometidas, pues dos de sus más altos jefes, el ex director general y ex delegado en Cataluña, Ernesto de Aguiar, y el ex jefe de la inspección regional, José María Huguet, también eran habituales del lugar. Los tres tenían cuentas y los tres recibían parte del dinero de la misma fuente, las rebosantes cuentas de Javier de la Rosa, siempre pródigo con el dinero ajeno.Desde que en abril pasado comenzaron a conocerse los hechos, gracias a la documentación remitida desde Suiza, vía Londres, a la Audiencia Nacional, se han puesto en marcha varias investigaciones.
La Agencia tributaria envió a Barcelona su Servicio de Auditoría Interna para investigar. El resultado del informe ha defraudado las expectativas.
Su contenido apenas incluía las informaciones recogidas por la prensa durante los meses anteriores a su elaboración. Apenas cerrada la investigación comenzaron a conocerse hechos nuevos. Primero, las compras inmobiliarias realizadas por el ex delegado especial de Hacienda en Cataluña Miguel García Hoffmann, ahora, las cuentas de Lucas. En este último caso, su nombre ya estaba en boca de muchos inspectores honrados desde meses antes.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 7 de noviembre de 1999