El equipo científico de Princeton halló que los miles de nuevas neuronas se formaban en las cámaras rellenas de líquido del centro del cerebro y luego emigraban a varias partes del córtex cerebral. En concreto, observaron neurogénesis en tres áreas del córtex: la región prefontal, que controla el proceso de ejecución de decisiones, las de interacción social y la memoria a corto plazo; la región temporal inferior, que juega un papel crucial en el reconocimiento visual de objetos y caras, y la región parietal posterior, que es esencial para el sentido del espacio y el reconocimiento de objetos. Para llevar a cabo el experimento inyectaron la sustancia química BrdU en macacos, cuya estructura cerebral es fundamentalmente similar a la humana (la particularidad de BrdU es que se incorpora al nuevo ADN que se forma cuando una célula se divide).
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Luego, a intervalos variables de entre dos horas y siete semanas, comprobaban si la sustancia BrdU aparecía en las neuronas de la corteza cerebal, y en todos los casos hallaron que sí estaba presente en el ADN de las células.
Eso evidenciaba que las neuronas se habían formado después de inyectarles la sustancia.
En una segunda fase del proceso inyectaron un rastreador que tiene la propiedad de emigrar desde las terminaciones de las neuronas hasta su centro. Al examinar el cerebro de los primates vieron que las dos sustancias químicas aparecían en las neuronas, lo que sugería que las nuevas neuronas eran ya parte íntegra y funcional del circuito de interconexiones cerebrales.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 23 de noviembre de 1999