Cuando por un infarto o una angina de pecho se produce una reducción o interrupción del flujo sanguíneo al corazón, hay que revascular inmediatamente la sangre al músculo cardiaco. Jordi Soler, jefe de Cardiología del hospital Vall d"Hebron de Barcelona, afirma que en el 90% de los casos este problema se resuelve con fármacos, pero en el 10% restante hay que recurrir al tratamiento mecánico mediante angioplastia o bypass coronario. Para estas operaciones existen a veces listas de espera de hasta cuatro meses durante los cuales el paciente puede sufrir nuevos infartos. En estos casos, la heparina de bajo peso molecular reduce el riesgo relativo de mortalidad y nuevos infartos en un 47%.-
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 23 de noviembre de 1999