Hay pocos peces capaces de dar un paseo fuera del mar o del río hasta encontrar lo que buscan, y mucho menos son los que pueden presumir de haber nacido en el inquietante mar de los Sargazos, cerca de las Bermudas. Sin embargo, cerca de nosotros aparece en estuarios y ríos, como el Guadiana, la resbaladiza y escurridiza anguila.Si ahora comienzan a entrar las larvas, después de más de dos años de viaje, impulsadas por la corriente del Golfo de México, dando lugar a las angulas que ascenderán por los ríos, también los ejemplares adultos toman las trascendental decisión de regresar a sus orígenes, abandonando el hábitat que las ha visto madurar, para poder llegar a los fondos marinos, que en la mayoría de los casos superan los 500 metros de profundidad, y procrear como su último proyecto de vida. Este periplo se suele hacer en el más absoluto ayuno, una especie de homenaje a las generaciones venideras que salen a millones de cada hembra fértil.
De estos curiosos peces se sabe poco, debido a los espectaculares cambios de forma y de hogar que tienen a lo largo de su vida. Bajo la piel lisa de la anguila se pueden apreciar unas escamas muy pequeñas. Su forma alargada y redondeada recuerda a una serpiente, aunque tiene aplastada la parte posterior del cuerpo.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 3 de diciembre de 1999