Antonio Doval primero y luego Alejandro Cardiel han criticado mi artículo La necesaria reforma de la Justicia (EL PAÍS, 18-11-99). Esa colaboración mía, por lo que voy comprobando, ha tenido muchas y vehementes adhesiones, como también críticos. Ha gustado a quienes tenía que gustar, a los ciudadanos de a pie, como yo, que están hartos del mal funcionamiento de los permisos de excarcelación, más propensos a conceder la libertad condicional que a defender a la sociedad y a las antiguas víctimas de las más que posibles reincidencias de algunos delincuentes peligrosos. Es evidente que poco se puede profundizar cuando alguien se pone en una posición digamos que a la defensiva. Ni en ese escrito ni en ninguno he criticado las garantías constitucionales: lo único que advertía en mi escrito es que se deben asegurar esas garantías en los presos, tanto si se les concede la libertad condicional como si se les deniega, pero también en los ciudadanos honrados y, sobre todo, en sus antiguas víctimas. En demasiados casos tristemente famosos, hasta el asesino múltiple de Castellón, se encontraban en libertad condicional y matando o violando a discreción. Señores, en vez de criticar superficialmente un artículo, ¿qué proponen ustedes para que la sociedad y las víctimas sean protegidas como merecen? ¿No pueden o no quieren entrar en el fondo de mi denuncia? ¿No comprenden que los jueces deben aplicar, además de la letra del Código Penal, el sentido común y la buena fe? Espero que no tengan que padecer en sus carnes los sufrimientos de muchas víctimas, la mayoría mujeres, para que entiendan no superficialmente el sentido de mi artículo.-
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 15 de diciembre de 1999