Los productos financieros están en plena fase de ajuste ante el cierre del ejercicio, lo que equivale a admitir que la actividad institucional tiene más fuerza ahora que la inversión particular se ha atrincherado. Esta situación no es polivalente, puesto que para algunos supone acumular cuantiosas plusvalías y para otros significa asumir pérdidas importantes.Las retiradas de beneficios en los valores que han protagonizado el ejercicio fueron ayer notables, mientras que se dejaba sentir la presión del dinero sobre la deuda pública para mejorar en lo posible las grandes carteras.
El resultado de estas presiones fue una bolsa inclinada a la baja y un mercado de deuda en el que los repuntes en los precios indicaban la dirección contraria, con lo que quedaba claro el mensaje para los navegantes -abstenerse internautas- sobre la orientación particular de la actual coyuntura.
La deuda se convierte en refugio, pero para unos días, como ya ha sucedido en repetidas ocasiones a lo largo de las últimas semanas, mientras que la bolsa sólo ofrece la oportunidad de hacer minusvalías o, para los más atrevidos, tomar posiciones en los valores más castigados de cara al próximo ejercicio.
La línea entre los dos años fiscales es tan delgada que tomar decisiones ahora parece un ejercicio demasiado arriesgado, y por esa razón los inversores con más experiencia en sus carteras prefieren jugar con valores antes que con años fiscales. El ciclo se cierra y la selectividad vuelve a ser la solución de esta encrucijada en la que también el euro está perdido.
La moneda única volvió a ceder posiciones ante el dólar, con un cambio oficial de 1,0084 unidades de la divisa norteamericana por una de la europea. El ganador de esta jornada fue el yen, que llegó a superar el nivel de 102 por dólar tras anunciar el Gobierno de Japón su presupuesto del año que viene.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 22 de diciembre de 1999