En medio de este tipo de tragedias asoma siempre algún rayo de luz. Tal fue el caso de la pequena Sara Zainab, de 3años, que regresaba con su madre, Laila Olsen, a Oslo después de pasar las fiestas con familiares en el norte. "Yo estaba sentada y dormitaba", contó Laila al diario noruego Verdens Gang, "y Sara jugaba en el asiento frente a mí. De pronto sentí un estruendo espantoso como si yo hubiera recibido todo el tren sobre mí. La niña voló sobre la mesa y cayó sobre mis rodillas". Fue lo último que recuerda Laila. Cuando despertó se puso desesperadamente a buscar a la pequeña, a la que encontró semienterrada en la nieve. Cavando frenéticamente con las manos la pudo recuperar y alejarse gateando de los restos humeantes y el calor insoportable que fluía del vagón.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 6 de enero de 2000