Noche del 31 de diciembre, al filo de la medianoche. Zapping por las diversas cadenas de televisión: todas muestran escenas festivas en las ciudades europeas, de Madrid a Varsovia, de Londres a París; expresiones de júbilo ante la inminencia de una fecha tan señalada como 2000. ¿Todas las cadenas? No. En un reducto provinciano llamado TV-3 han confundido el fin de año con la celebración de la Semana Santa, y un locutor disfrazado de padre Apeles, acompañado de una pecadora arrepentida, da paso a una coral infantil y a una retransmisión de campanadas confusa y pobre. ¿Llega 2000 o el fin del mundo? A veces, TV-3 quiere ser tan nostra que se pasa, y en lugar de despedir el año desde la plaça de Catalunya con l"Home del Mileni, que era lo suyo, nos obsequió con un espectáculo pío que invitaba directamente a recluirse en un convento. ¿Es ésa la penitencia que debe pagar por la osadía de la versión d"Els Segadors? ¿O se acercan tiempos de recogimiento en la televisión pública catalana para seguir la consigna de la necesidad de moral lanzada por el president Pujol? Desde luego, y más que nunca, TV-3 no es la meva.- Miquel Botella.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 6 de enero de 2000