Una creación exclusiva de Latinoamérica para el consumo mundial, las telenovelas, son el reflejo de una lógica social llevada a la pantalla, desde la que la vida trata de imitar el arte y éste trata de imitar a la vida. Según la escritora Delia Fiallo, autora de Cristal y Alejandra, las telenovelas son un anecdotario de lo cotidiano, un vehículo emocional ante la dura realidad de nuestros conflictos humanos.Dentro de nuestras sociedades, tanto en América como en África, Europa oriental y Asia, donde las telenovelas han hallado el terreno más fértil, las grandes mayorías encuentran en este género cultural la única forma de imaginar historias que creen suyas.
Se asegura que actualmente unos 1.700 millones de personas en todo el mundo ven al menos 15 minutos de telenovelas diariamente, cifras que sobrepasan un informe de la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) de hace algunos años, que lo estimaba en unos 1.500 millones de personas.
Constituyendo uno de los renglones de exportación más importantes de algunos de nuestros países, la telenovela surgió en América Latina cuando el cubano Mario Barral llevó a las pantallas chicas de su país en 1952 la novela de continuidad Senderos de amor, lo que desataría el fenómeno cultural. Menospreciada por muchos intelectuales y calificada por algunos analistas como pacotilla literaria, un producto banal, irrelevante, pasajero y entretenimiento barato, no es extraño, al surgir fenómenos culturales con fuerte aceptación popular como es el género de las telenovelas, que se produzca en algunas clases sociales cierto desprecio o rechazo, principalmente entre algunos especialistas de la comunicación.
Millones de personas refugian sus sentimientos en estas ficciones como si aquella historia fuese propia, en esas imágenes hermosas de la cartografía sentimental en las que todo se puede encontrar. Que nunca se nos olvide que soñar es válido.- Arnoldo Varona. Miami, Florida (Estados Unidos).
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 14 de enero de 2000