Me pasa por viajar, por moverme, por ir de un lado a otro, y por ello desde mi Navata me fui a Villalba, como hago cada fin de semana, y cuando dejé el tren después de abandonar mi estación, "adornada" con lo que en la escuela de ingeniería dicen que no se debe hacer para salvar ocho metros de un andén a otro como hizo doña Mercedes Sala, en lo que empleó 200 millones.Una vez en mi destino, me encontré con que en el centro de la plaza de la Estación habían dejado una grúa. Pensé: ¿para qué será este útil de obras públicas? Al acercarme al objeto de mi curiosidad vi que estaba cuidadosamente asentado sobre unos raíles, lo que le daba una ubicación definitiva.
En su lugar se podía haber instalado desde una artística fuente con cambiantes juegos de agua hasta una estatua ecuestre o un grupo evocador de antiguos serranos.
Estando en la plaza de la Estación, observé que en la marquesina de la parada de autobuses sigue faltando el horario y los itinerarios de los autobuses que allí se estacionan.
La nueva estación, la nueva iglesia y los nuevos bloques de viviendas han hecho de los andenes del recinto ferroviario una ratonera sin vistas a la sierra, que antaño constituía uno de los principales alicientes que tenía Villalba, en especial cuando las cumbres de sus montes estaban nevadas, siendo su contemplación un regalo para los visitantes.
¿De quién ha sido la idea de aparcar una grúa a la salida de la estación? -
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 19 de enero de 2000