En la sección de Cartas al Director del número 5 de enero, una lectora reacciona ante la degradación que el español sufre por su hibridación por el inglés en Califomia. Quiero señalar que, desgraciadamente, no hace falta ir tan lejos para apreciar el mismo fenómeno, menos evidente, de degradación de la lengua. Basta leer y escuchar los medios de comunicación en España y en lengua española para darse cuenta de ello, sin que EL PAÍS sea una excepción.En cierto sentido, lo que en España sucede es más insidioso y de mayor gravedad que la atribuible al impacto del spanglish, cuando éste se limita a la incorporación de nuevo léxico, aunque sea innecesario y de raíz sajona.
Se observa un uso creciente de expresiones incorrectas ("no salgo hasta que no termine"), vocablos con significados equivocados ("el Rey detenta la jefatura del Estado"), concordancias erróneas ("nuestros atletas mejores dotados"), etcétera.
Sorprende la casi total ausencia de reacción -recuerdo un estupendo artículo de un académico allá por el verano en este periódico-, aunque sea para iniciar la reflexión colectiva sobre este hecho, sus causas, sus consecuencias y sus remedios. Más aún dada la dimensión que el fenómeno está adquiriendo, y visto que atenta contra la capacidad de la lengua para cumplir de modo eficaz su función básica de ser instrumento preciso de comunicación. Ya sé que las lenguas son mucho más y que se utilizan a veces con fines distintos y aun opuestos al de facilitar la comunicación, pero ése es otro tema. Formulo, pues, tres preguntas, aunque otras muchas inquietan y reclaman respuestas:
1.¿Es compatible la amplitud creciente de esta mala práctica con un sistema educativo de la calidad mínima necesaria para el mundo de hoy?
2.¿Es quizá reflejo de una atención insuficiente al aprendizaje de la lengua común en todas o algunas de las comunidades autónomas con lengua cooficial?
3. ¿No sería conveniente en esta situación que alguna instancia con suficiente autoridad en la materia promoviere de manera regular en medios de difusión masivos alguna acción educativa o informativa compensadora de la deriva observada?
Es lamentable que en publicaciones que dan, al fin y al cabo, carta de naturaleza a los términos lingüísticos que utilizan o reflejan -revistas, periódicos, libros- no se preste mayor atención a la precisa utilización de la lengua.- Ignacio Garrido. París.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 20 de enero de 2000