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Rusia reacciona contra Polonia y expulsa a nueve de sus diplomáticos

Es como en los mejores tiempos de la guerra fría, cuando el hoy presidente interino de Rusia, Vladímir Putin, era agente del KGB en Alemania. El jueves, el Gobierno polaco acusó a nueve diplomáticos rusos de estar involucrados en "operaciones activas de espionaje" y les ofreció una semana de plazo para dejar el país. Ayer, Moscú respondió con la misma moneda, expulsando a otros tantos diplomáticos polacos, que tienen también una semana para dejar suelo ruso. El Kremlin cree que detrás de la decisión de Varsovia está la mano de Occidente. Hasta que la historia mundial cambió de rumbo a mediados de los años ochenta, Polonia estaba ligada a su poderoso vecino (hoy sólo queda una mínima frontera común), ya que el país estaba dentro de la órbita soviética. Era lo que entonces se denominaba un país satélite. De cómo se ha alterado el panorama da idea el hecho de que hoy Polonia es miembro de la OTAN. En ese cambio de pareja se rastreaba ayer el origen de la decisión de Varsovia.

El influyente diario ruso Segodnia aseguraba que Polonia, con el ardor de los conversos, ha querido demostrar a Occidente que es un aliado fiel en el que se puede confiar sin ninguna reserva. Fuentes de los servicios secretos rusos citados por la agencia Interfax iban más lejos: aseguraban que la medida fue "dictada desde el exterior", y añadían que se trataba de un intento más de tomar el pulso a Putin y comprobar su capacidad de reacción. La represalia, añadían los mismos medios, sería "de hierro". Y así fue.

Polonia no expulsaba a ningún diplomático ruso desde 1993, y su decisión de hacerlo ahora con nueve de una sola tacada es un duro golpe a las relaciones entre ambos países.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 22 de enero de 2000