La reciente visita del Príncipe de Asturias a las zonas siniestradas por la pasada catástrofe de Venezuela nos hace recuperar la esperanza de que aún pueda incrementarse nuestra más que parca ayuda oficial a los afectados de un país tan generosamente abierto a la emigración española. No puedo silenciar mi temor -fui responsable de la misión española después del Mitch en El Salvador- de que una vez más estemos ante una mera operación de imagen, que a la larga puede 1legar a repercutir en la más alta institución del Estado. Hace algo más de un año, como resultado de la visita a El Salvador del Príncipe don Felipe de Borbón, acompañado en esa ocasión del vicepresidente Cascos, España ofreció un crédito de 2.400 millones de pesetas para "la construcción de nuevas viviendas y el mejoramiento de asentamientos humanos afectados por el huracán Mitch". Al día de hoy, no ha llegado a El Salvador ni una sola peseta por este concepto.Me niego a dar pábulo a los rumores que tratan de explicar los silencios sobre la suerte de esta ayuda comprometida. Me niego a aceptar que se pueda destruir el derecho a la esperanza de miles de familias sin vivienda con las que, en nombre de España, tomamos contacto en esas tierras desoladas.- Madrid.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 22 de enero de 2000