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Tribuna:DÍA A DÍA

Xiular les orelles

Del pecho de una mujer que amamantaba se llenaba un dedal de leche y se introducía en el oído doliente. Era el último recurso para calmar unos tan molestos dolores; si eran extremos se intentaba con el nutricio líquido de una primeriza. A parte del sentido mágico del símbolo de la vida, la fertilidad y la inmortalidad, se creía que en los pabellones y cavernas del sentido auditivo habitaba un gusano, que se había despertado muerto de hambre y reclamaba su alimento; de hecho, fer malalt o matar el cuc de l'orella significa repetir insistentemente la misma cosa. Las orejas -molta orella té l'ase i no sap de lletra-, por facilitar la percepción, son emblemas de la sabiduría para las antiguas culturas porque val més oir que dir y la leche, como bebida espiritual, potencia el supremo conocimiento, según el Pseudo-Areopagita Dionisio, "las palabras inteligibles de Dios son como la leche porque poseen el poder de hacer crecer a los vivos".En las grandes ciudades no era necesario importunar a las madres lactantes, pues el obispo de Esmirna sant Policarp (del griego poli-karpos, muy fructífero), que, después de embelesar a sus ovejas con dulces arrullos y largos sermones, cantó en la hoguera el prefacio de los mártires, posiblemente tal día como hoy -que Dénia peregrina a la solar santa Paula- del 156, protegía contra el mal d'orella, untándolas con el caliente aceite de su llàntia. Y, así, ya se puede saber si nos xiulen les orelles; si es la derecha, alguien habla bien, si es el izquierdo dicen cosas desagradables de nosotros (se puede evitar con cruces con saliva en la oreja, diciendo: els qui dieu mentides, mosegueu-vos la llengua). Hace miles de años Plinio constató: "Las personas ausentes saben cuando otros están hablando de ellas debido al zumbido que sienten en los oídos".

* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 26 de enero de 2000