La política es un arte del razonamiento y del sentimiento, pero la política nacionalista es casi siempre arte del sentimiento. Aunque sea tolerante, su ambición mayor es acrecer el sentimiento nacional. Entre dos adversarios razonantes cabe la disputa, entre dos adversarios sentimentales lo más frecuente es el rechazo, ambos son monógamos y compiten por el mismo objeto sentimental, "su" Nación. Los adversarios nacionalistas ni siquiera se reconocen, viven tan aislados como un islámico de un católico, porque ambos aman a "su" Dios. Cuando un nacionalista dice que le teme más "a Madrid que a las bombas", enciende la ira de otro nacionalista. Ambos creen ser opuestos, pero coinciden en ser monoteístas. Unos son más poderosos que otros, pero ambos quieren más poder, no para ellos, dicen, sino para "su" Nación.España ha sido siempre un hervidero nacionalista, porque ha padecido y padece un Estado incompetente. Dos siglos de nacional-catolicismo no los borra una generación. Nuestros nacionalistas son vascos, españoles, catalanes y gallegos, pero quieren que todos seamos nacionalistas de una y sólo una nación. Consideran que los no nacionalistas (aquellos que desean menos Nación y más sociedad) son gente tibia, de poca fe, o disimulados nacionalistas del lado contrario. Así que no admiten la falta de sentimiento nacional más que como una forma de desdicha o de pecado. Quien diga no ser nacionalista, o está tonto, o es malo; está enajenado o es un traicionero.
Así es nuestra herencia. Un damero donde los nacionalistas enfrentados unos contra otros, odiándose mutuamente, se imponen a una mayoría indiferente que va siendo obligada a abrazar una u otra fe si no quiere ser agredida, marginada, o, en los lugares más tolerantes, contemplada como una desdicha nacional (a extinguir). De manera que lleva razón Arzalluz cuando dice que los únicos responsables del crimen son el extremo paranoico y fascista de una funesta tradición hispana, la de los metafísicos guerreros del Ser Nacional. Cada vez hay menos espacio para quienes prefieren un Estar Racional.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 26 de enero de 2000