El discurso del estado de la Unión hace mucho que dejó de ser sobre la Unión. Es sobre la presidencia (...). Esto ocurre todavía más en un año electoral como éste, en el que el presidente ve como una aprobación de su actuación el hecho de que sea su vicepresidente quien le suceda.El programa que presentó el presidente Clinton en su último discurso resultaba familiar. Casi todos los elementos principales habían sido previamente ofrecidos al máximo de publicidad y efecto político. Clinton ha ganado la batalla de los últimos dos años de destinar la mayoría, si no todo, el superávit de la proyectada Seguridad Social para pagar futuras necesidades de este programa, en vez de financiar el resto del Gobierno. (...)
Los republicanos acusarán al presidente de proponer grandes aumentos del gasto. De hecho, ha camuflado astutamente muchos de esos aumentos como disminución de impuestos. El suyo no es un mal programa, pero Bill Clinton habló bastante durante su discurso sobre la importancia de usar la prosperidad actual para enfrentarse con los problemas a largo plazo a los que se enfrenta el país. Como ha hecho en todos y cada uno de los últimos años, sistemáticamente sustrae en este punto el mayor de los problemas de la responsabilidad del Gobierno: cómo se va a financiar la jubilación de la generación del baby boom. Clinton legará este problema a quienquiera que gane las elecciones, sobre las que ahora intenta influir en parte quitándole importancia al asunto.
Washington, 28 de enero
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 31 de enero de 2000