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Tribuna:

Elche mira hacia el futuro

JOSÉ RAMÓN GINER

La ciudad de Elche está preocupada por su futuro, y las autoridades han encargado a los técnicos que elaboren un plan estratégico, que es la manera como se resuelven ahora estos asuntos. Que los ilicitanos se interroguen sobre su futuro es una noticia excelente. Indica que en la ciudad marchan los negocios y el dinero es abundante. Estas preocupaciones sólo aparecen cuando se ha comido bien. Es entonces, mientras se hace agradablemente la digestión, cuando el pensamiento se eleva imaginando puentes y jardines.

Sospecho que los técnicos tendrán mucho trabajo para sacar adelante este plan. Elche es una ciudad complicada, de arreglos difíciles. Años atrás, creció rápidamente y lo hizo de un modo exagerado, con un gran desorden. La permisividad de las autoridades, en este terreno, fue extraordinaria. Esto produjo un urbanismo caótico, de arquitectura muy pobre y falta de carácter. De resultas de ello, Elche se presenta hoy al paseante con un aspecto de urbe dinámica pero deslavazada, en la que no siempre resulta fácil encontrarse a gusto. Habrá que trabajar de firme para remediar todo esto.

De momento, los técnicos ya han expuesto algunas de sus soluciones. Lo han hecho estas últimas semanas, a través de una exposición, Futurelx, que han mostrado a los ilicitianos. La exposición, con abundantes maquetas y fotografías, como acostumbran a presentarse estos proyectos, pintaba un futuro beato. Estos planes que los técnicos elaboran en el silencio de los despachos, resultan siempre formidables. En manos de los técnicos, la realidad es muy dúctil y se aviene a cualquier menester. Así, Futurelx propone la modernización del campo de Elche, el fomento del turismo, la creación de centros comerciales, mejoras para la educación -Elche, "ciudad educadora"-, desarrollar el urbanismo, ampliar las comunicaciones, integrar en la ciudad la joven universidad Miguel Hernández, el Palmeral y -añadan ustedes- unas cuantas iniciativas más que se les ocurran.

Solamente con que se cumpliera una pequeña parte de todo esto, Elche experimentaría un cambio sustantivo. ¡Qué duda cabe! El problema es que llevar adelante cualquiera de estas propuestas exige miles de millones de pesetas y yo no se si el Ayuntamiento de Elche, siendo un ayuntamiento rico, como es, puede permitírselo. Ahí debiera estar la Generalitat, desde luego. Pero no es previsible que con un hombre como don Eduardo Zaplana en el gobierno, Elche pueda esperar mucha ayuda.

En este plan tan bien pensado, yo encuentro, sin embargo, una grave carencia: los ilicitanos. No veo por ningún lado la implicación de los ilicitanos en estos asuntos. Y la experiencia dice que cuando estas reformas se hacen sin contar con el ciudadano, no acaban bien. Ahí tienen ustedes el caso de Alcoy. Lograr la participación del ciudadano, ilusionarle en el proyecto exige tiempo, dedicación y un gran esfuerzo. Pero, sobre todo, demanda un cambio profundo en la forma de gobernar. Es difícil, desde luego. Pero en ciudades como Vitoria o Barcelona, sus alcaldes supieron hacerlo muy bien.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 1 de febrero de 2000