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CARTAS AL DIRECTOR

Muerte negocio

Que la muerte sea un negocio próspero es algo tolerable en la sociedad en que vivimos, pero que el dolor se utilice cual mercancía resulta inadmisible desde cualquier punto de vista, y esto es lo que, al parecer, sucede en el cementerio de La Almudena de Madrid.El pasado día 6 de enero fallecía mi padre. Mi familia posee una sepultura perpetua en ese cementerio y recientemente acometimos unas obras de actualización (con todos los permisos en regla) y con el concurso de un marmolista de confianza.

Por lo visto, quedaron entonces unos restos de cemento so-bre las guías donde se apoyan los rasillones que cubren el féretro. Por este motivo, el encargado del cementerio, señor don Agustín Micenas, nos comunica el día 7 que en estas condiciones "no puede realizarse el entierro y entretanto mi padre permanecería en el frigorífico", pero podríamos solucionarlo con el abono de 60.000 pesetas.

Ante lo absurdo de la situación, pues era evidente para nosotros y para el marmolista que acudió a examinar la sepultura que tales salpicaduras no afectarían en nada la inhumación, mi hermana y yo protestamos enérgicamente y nos negamos a abonar cantidad alguna, con la certeza de estar siendo víctimas de un abuso sin paliativos.

Por todo ello, en consideración a la memoria de nuestro padre, un hombre íntegro y bueno que no hubiera tolerado a su alrededor semejante atropello y como tenemos constancia de otras familias que sufrieron situaciones semejantes y terminaron pagando, le agradeceremos, señor director, dé difusión a nuestra carta para que estos desaprensivos sin escrúpulos, no sigan aprovechándose del dolor ajeno.-

* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 6 de febrero de 2000