Deseo expresar mi repulsa a la campaña publicitaria de una conocida firma comercial que ha llenado nuestras calles con carteles en los que figuran rostros de personas condenadas a muerte, como en otro tiempo lo hizo con enfermos de sida. Por muchas vueltas que le he dado, no puedo encontrar ningún sentido positivo a esta lamentable idea, que hiere mi sensibilidad moral, como la de muchísimas otras personas, supongo.Me entristece y repugna que la publicidad -que es uno de los máximos exponentes de esta sociedad neoliberal y consumista- juegue con todo y esté por encima de todo, incluidas la piedad y la dignidad humanas, el sentido de la muerte y la injusticia de la pena capital, vigente todavía en países llamados democráticos.-
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 11 de febrero de 2000