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El PP arranca con ventaja en la campaña de Almendralejo

EL PAÍS analizará en la ciudad extremeña el impacto del debate electoral en los ciudadanos

Almendralejo
¿Qué pensamos los ciudadanos de los políticos? ¿Nos convencen de algo durante la campaña electoral? ¿Hablan de lo que nos interesa? EL PAÍS tratará de hallar respuestas a estas preguntas, más allá del esquematismo de las encuestas, con un tipo de observación sobre el terreno ensayada ya por la prensa de EEUU y Reino Unido, pero nunca realizada aquí. Se ha elegido una ciudad, Almendralejo (Badajoz), cuya conducta electoral es muy similar a la del conjunto de España. Dentro de esta ciudad se formarán varios grupos de personas representativas tanto en edad y en sector social como en tendencias políticas que, domingo a domingo, expresarán en las páginas de EL PAÍS sus opiniones, sus dudas y sus quejas. El objetivo no es decir quién vencerá el 12-M, sino saber por qué ganará quien gane.

Almendralejo ha crecido mucho estos últimos años: en población y sobre todo en riqueza. Su gente mira con optimismo el futuro. La evolución económica, sin embargo, ha sido acompañada por serias turbulencias en la política local. PSOE y PP se han llevado francamente mal en Almendralejo, se han atacado con saña y no han conseguido despegarse: una vez tras otra, los electores de la ciudad extremeña han repartido su confianza -o su desconfianza- a partes casi iguales. Populares y socialistas se han mantenido en una situación de empate técnico, sólo alterado, a favor del PSOE, en las autonómicas. La gran cuestión frente a las elecciones del 12 de marzo es si el PP logrará aventajar a sus rivales de forma más o menos clara o si, por el contrario, el pacto PSOE-IU dará nuevos ánimos a la izquierda.El ambiente político de Almendralejo es muy similar al de España. En eso, como en indicadores mucho más concretos, el microcosmos de Almendralejo constituye un lugar óptimo para observar las reacciones y las tendencias de los votantes durante la campaña electoral.

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El punto de partida favorece al Partido Popular. Un somero sondeo inicial y un buen número de conversaciones parecen indicar que, en efecto, el partido de José María Aznar podría obtener aquí una victoria clara. Pero hay que tomar precauciones. "Mejor no fiarse de sondeos ni de impresiones", dice el alcalde, el popular Francisco Javier Fernández Perianes. "Yo, sinceramente, esperaba una victoria muy amplia en las municipales del año pasado. De mayoría absoluta o casi. Y ya ve usted: sacamos sólo 89 votos más que el PSOE", explica.

Fernández Perianes, de 41 años, era médico de cabecera en la localidad. Se integró como independiente en las listas del Partido Popular en las municipales de 1995 y, ya afiliado, se convirtió en cabeza de lista en 1999. Ahora es alcalde, pero en precario. Su partido tiene 10 concejales, por otros 10 del PSOE y uno de Izquierda Unida. ¿Cómo gobierna? "Me dejan gobernar. Podría decirse que estoy a prueba", señala.

La prueba de fuego de Fernández Perianes consiste en la aprobación de un presupuesto municipal, y la tarea no es nada fácil. El Ayuntamiento de Almendralejo no ha conseguido sacar adelante un presupuesto desde 1996. Ha ido tirando con prórrogas y cargando con una deuda muy pesada, superior a los 3.500 millones de pesetas. Para hacerse una idea, el presupuesto anual ronda los 2.700 millones. "Lo hemos hecho fatal, tanto unos como otros", reconoce el alcalde. "Ni el Partido Popular ni el PSOE podemos ponernos medallas en Almendralejo", agrega.

Obras inacabables

En eso, el acuerdo ciudadano es casi general. La población está bastante harta del barullo político y de la empecinada cerrazón de socialistas y populares. "La política de Almendralejo es un desastre", afirma Miguel González, de 35 años, propietario de un comercio en una calle céntrica. "No hacen más que insultarse y, mientras, el pueblo está que da lástima: no hay presupuesto, las obras no se acaban nunca y, si se acaban, quedan mal hechas, y no se aprovechan ni el tirón del fútbol ni la iniciativa individual".

Fútbol e iniciativa. De ambas cosas están orgullosos los almendralejenses. El modestísimo Extremadura, cuyos colores azulgrana lucen en cada rincón de Almendralejo, paseó el nombre de la localidad por toda España cuando, en 1996, logró ascender a Primera División. El Extremadura, hoy en Segunda, mantiene una imagen simpática, al igual que su afición.

En cuanto a la iniciativa individual, se percibe a simple vista. Almendralejo es una ciudad vinícola que durante décadas produjo muchos millones de litros sin apenas valor añadido, vendidos como vino de mesa, como reforzantes para denominaciones de origen prestigiosas o como materia prima para las fábricas de alcohol. Empresas y cooperativas, organizadas en torno a la denominación Ribera del Guadiana, producen ahora marcas muy apreciables. El olivo es el otro puntal de una industria transformadora en auge, acompañada por numerosas firmas de distribución, de estructuras metálicas y constructoras.

En el apartado negativo, los almendralejenses se muestran bastante de acuerdo en lo ya dicho, la clase política, y en la carencia de infraestructuras. "Comunicaciones y urbanismo están muy mal", coinciden un ingeniero y un industrial, ambos de 50 años, ambos simpatizantes del Partido Popular y ambos reacios a ver publicados sus nombres. Es cierto que la carretera de Mérida a Sevilla parte Almendralejo de un modo bastante brutal, y que la ciudad muestra un aspecto desgarbado, como de adolescencia. La riqueza está ahí, basta ver los automóviles y la abundancia de edificios en construcción. Los servicios, desde las facultades de Técnicas Agrícolas o Magisterio hasta el hospital, la escuela de idiomas, los tres institutos de enseñanza media o las cuatro emisoras de radio, tampoco desmerecen. Pero el dinero no revierte aún en la imagen de la ciudad.

Tres domingos

Éste es el contexto desde el que EL PAIS seguirá, durante los tres próximos domingos, las reacciones del electorado. Tres grupos de almendralejenses, uno próximo al Partido Popular, otro al PSOE y un tercero a Izquierda Unida, escogidos de forma que representen en lo posible todas las edades y sectores sociales, opinarán sobre la campaña. Se harán sondeos generales en Almendralejo, pero el interés se centrará en esos ciudadanos, con nombre y apellidos, que seguirán la campaña con el mismo interés -o desinterés- que el electorado español y expresarán sus opiniones.

¿Creerán en las promesas de los candidatos? ¿Atraerán su atención? ¿Llegarán a escuchar esas promesas? ¿Se consolidará la aparente ventaja inicial del Partido Popular? ¿Cómo evolucionarán las relaciones entre los simpatizantes del PSOE y los de Izquierda Unida? La idea no consiste en realizar un estudio científico. Más bien se tratará de observar una pequeña porción de electorado y ofrecerle la posibilidad de explicarse, sin someterlo a la simplificación que requieren las encuestas. El objetivo es saber qué esperan los ciudadanos de los políticos, saber hasta qué punto los satisfacen y averiguar por qué el 12 de marzo votarán de una u otra forma.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 13 de febrero de 2000

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