RAYO VALLECANO 2ATLÉTICO 2
Andaba el personal, Díaz Vega incluido, más pendiente de la tarjeta que acababa de recibir Hasselbaink que del propio partido y su agonía. Andaban así, en otra cosa, la grada, el palco, el banquillo, el árbitro, los jugadores y hasta las cámaras de televisión; andaba así todo el mundo, todos menos un par de tipos: Solari, que sacó rápidamente un córner, y Baraja, que acudió con todo al remate. La jugada terminó en gol y salvó, de puro milagro, al Atlético, que por entonces llevaba ya muchos minutos eliminado. El Rayo le había dado un buen meneo durante una hora, le tenía prácticamente en la cuneta, y los rojiblancos sólo se mantenían de pie por pura inercia. De nada le había valido el gol de Hasselbaink; el Rayo fue el dueño de la contienda con el marcador en contra y con él de cara. Sólo perdió el control el conjunto rayista en ese minuto final, cuando Hasselbaink y la amarilla por su protesta ante lo que entendió como un penalti no sancionado, acaparó todas las miradas; cuando Solari y Baraja decidieron asociarse por sorpresa para cambiar el final de la película.El partido fue un incordio para el Atlético. Y eso que se puso pronto el marcador a su gusto, cuando al reloj no le había dado tiempo siquiera a recorrer dos minutos. Un gol previsible, por otra parte. Tanto le habían calentado la cabeza a Hasselbaink con Hernández, ese central del Rayo que había conseguido dejarle a cero ya en tres ocasiones, que el holandés pisó el suelo de Vallecas escocido. ¡Ah sí!, debió pensar el holandés, pues ahí tenéis mi gol. Pero ganándole la espalda a Clotet, claro. Lo hizo después de un envío largo y profundo de Santi, que en un campo de dimensiones tan pequeñas cualquiera puede hacer daño con un pase profundo -Alcázar lo confirmaría en la segunda parte con el pase que precedió al 2-1-.
Rayo: Lopetegui; Cota, Clotet, Hernández, Alcázar (Van den Bergh, m
90); Helder, Pablo Sanz (Poschner, m.82), Michel I (Ferrón, m.55), Llorens; Michel II; y Canabal.Atlético: Toni; Santi, Ayala (Paunovic, m.87), Gamarra, Capdevila; Aguilera (Baraja, m.65), Bejbl (Valerón, m.65), Hugo Leal, Solari; Kiko y Hasselbaink. Goles: 0-1. M.4. Santi envía en largo desde su campo, Hasselbaink le gana la espalda a Clotet y marca con la izquierda. 1-1. M.26. Gamarra despeja al aire, deja la pelota a Michel II, que marca de fuerte zurdazo. 2-1. M.50. Alcázar cuelga, la defensa del Atlético sale mal y deja solo a Michel II, que controla, quiebra a Toni y marca. 2-2. M.88. Baraja, de cabeza, a la salida de un córner que saca Solari rápidamente, mientras Díaz Vega aún apuntaba una tarjeta a Hasselbaink por reclamar un penalti. Árbitro: Díaz Vega. Amarilla a Helder, Alcázar, Solari, Kiko y Hasselbaink. 14.000 espectadores en el Teresa Rivero. Copa del Rey. Cuartos de final, partido de vuelta. Clasificado el Atlético, por el mayor valor de los goles en campo contrario. 0-0 en la ida.
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Pese a la repentina ventaja, el Atlético, a quien Ranieri volvió a castigar con una suplencia de las inexplicables -esta vez le tocó a Valerón sufrir banquillo- estuvo siempre por debajo. Juande Ramos volvió a diseñar un planteamiento tortura. Sin Cembranos sobre el campo, por obligación; también sin Ferrón, por voluntad propia, el Rayo decidió buscarle esta vez las vueltas al Atlético con dos delanteros cargados de centímetros y músculos. Y acertó, sin duda. Porque Canabal y Michel II le dieron la noche a la defensa rojiblanca, incapaz de dar respuestas.
Michel II cuajó probablemente el partido de su vida. Tal vez armado de un plus de motivación -de niño jugó en el Atlético, en el mismo equipo de infantiles en el que se formó el madridista Raúl-, tal vez tocado por un día de inspiración desconocida, el ariete rayista agujereó al contrario con suma facilidad. Sus movimientos variados -hacia fuera y hacia dentro, también hacia el costado derecho- fueron un dolor de muelas para el Atlético. Pero su repertorio no se quedó ahí: Míchel II tiró de corpulencia para controlar de espaldas a la portería, de lógica para dejarle la pelota al compañero que llegaba desde atrás, y hasta de clase -y esto sí que no se le había visto jamás- para bajar al suelo algún que otro balón imposible o tirar alsuelo a Toni con un recorte. YMichel II puso remate y goles.Hasta que el Rayo se puso por delante, el Atlético fue desnudado. No supo atacar, y mucho menos defenderse. Todo le hizo daño a los rojiblancos, desbordado en el centro del campo y arrollado por atrás. Con el marcador en contra, no le quedó otra a los de Ranieri que buscar la portería contraria. Pero lo hizo sin rebuscar demasiado los argumentos, por la línea directa, a la caza en la mayoría de los casos del zapato de Hasselbaink.
A medida que el final se acercaba, el Atlético lo fue intentando con más elementos y menos luces. Casi a ciegas. El Rayo lo tenía todo bajo control, en cualquier caso. Todo, menos esa maniobra final entre Solari y Baraja que salvó al Atlético. De puro milagro.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 17 de febrero de 2000