La construcción de carreteras y nuevas líneas ferroviarias en los países de la Unión Europea sigue una clara tendencia a englobarse en planes que los expertos llaman "multimodales". Cada tipo de transporte se complementa y enlaza de manera que los usuarios pasen de uno a otro con la máxima facilidad. Ese modelo responde al Plan Director de Infraestructuras (PDI), hoy arrinconado por el PP, que nunca mostró especial inclinación hacia él. Está calando en Alemania, los Países Bajos y Finlandia.Los conservadores del Reino Unido han legado una herencia totalmente distanciada de ese modelo de la planificación. Con todo, el modelo ofrece variedades según se trate de Estados centralistas o federales. En el caso de Alemania, por su estructura descentralizada, los procedimientos de decisión son más largos, pero más seguros. Aunque todas las administraciones quieran sacar ventajas, existe más "lealtad institucional". Las reglas de juego están mejor marcadas que en Francia o el Reino Unido, donde en cualquier momento puede saltar el conflicto.
En todo caso, se tiende a dar entrada a la participación privada en los proyectos. La propia Comisión Europea ha cambiado de opinión y no sólo se declara muy proclive a potenciarla, sino que primará aquellos proyectos que cuenten con ella. Hasta ahora se han limitado a las autopistas de peaje, donde hay más experiencia. Pero el ferrocarril no quiere quedarse atrás. Los Países Bajos planean ceder un 20% de la inversión en la señalización y gestión de las líneas de alta velocidad, donde se están volcando las inversiones de Bélgica, Holanda, Francia y Alemania.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 18 de febrero de 2000