Selecciona Edición
Selecciona Edición
Tamaño letra

El dueño de la perpendicular

Josu Urrutia es acusado a menudo de ser un centrocampista que no marca goles. Incluso se celebra cada uno de sus tiros a la portería como un asunto sorprendente. Sin embargo, Urrutia nació al fútbol como un goleador acreditado, un delantero centro de esos que se retrasan porque el entrenador ve en él a un presumible organizador de la jugada. No es un especialista y eso en el fútbol actual es un problema.A medida que ascendía de categoría, Urrutia retrasaba unos metros su posición. Primero, en esa figura atípica que se denomina medio punta; finalmente, como el conductor del tren en el que descansa la responsabilidad de su trayectoria. Pero siempre en la perpendicular de la portería, de la suya -para evitar el gol- y de la contraria, -para marcarlo-.

Urrutia se ha convertido en el eje del Athletic. Acostumbrado a la capitanía (por edad y cualidades) sólo la ha perdido en el primer equipo (primero ocupada por su amigo Andrinua, despues por el futbolista más simbólico, Julen Guerrero).

Urrutia es el veterano, la referencia moral del equipo (juegue o no) y anuncia, en cierto modo, la brújula en los momentos delicados, porque lo ha vivido casi todo. No llegó a tiempo de los titulos, no fue internacional porque le traicionó la fecha de nacimiento, ha sufrido los miedos de las temporadas complicadas, ha visto pasar, uno tras otro, entrenadores de todos los estilos. Y siempre está ahí, amarrado a la perpendicular del campo para que el edificio no se desnivele.

Ante los rumores de fichajes decía para sus adentros: "Casi mejor que no me llamen". Jamás tuvo representante. No le hizo falta.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 24 de febrero de 2000