MARÍA JOSÉ LÓPEZ DÍAZEl código reverente y jerárquico, de pelo engominado y tesoros almacenados del mundo cofrade almeriense ha roto esta semana las fronteras de lo privado y el mero marco eclesial. Si en estos días de escenas surrealistas petitorias de voto es posible ver a Teófila Martínez junto a Eduardo Zaplana en plena rambla -"Estamos luchando, luchando, luchando e intentando hacer lo que ha hecho Zaplana en Valencia", espetó Martínez a un paseante- atrayendo adeptos; o a Felipe González pidiendo algo que no es para él (palabras textuales), también es posible oír una saeta en la Diputación de Almería. La sede provincial ha sido escenario la pasada semana de la exposición Otros personajes de la pasión que, fuera de toda sospecha política -amén de la pasión que ponen muchos al pedir el voto- exhibía tallas de personajes secundarios, pero indispensables, de la Semana Santa. A lo chocante de la muestra, por su contexto tan ajeno, que convirtió el edificio administrativo en improvisada capilla durante unos días con la exhibición de enseres repujados en plata, estandartes bordados en oro y terciopelos por doquier, se unió una rancia inauguración presentada por Rafael Leopoldo Aguilera Martínez, presidente de la Agrupación de Cofradías. Aguilera, tan completo como su nombre, agradeció cada intervención del poder político, eclesiástico y social con empacho cumplidor y servilismo estamental. "Gracias excelentísima señora por sus palabras", le dijo a la diputada provincial de Bienestar Social, Ruth García Orozco.
La estridencia llegó cuando la banda de música de La Cañada interpretó dos piezas, sin paso ni costaleros, bajo la mirada atónita de los participantes del 38º congreso general de la Asociación Española de la Prensa Deportiva, que se celebraba en el piso de arriba. Es lo malo de las acciones fuera de contexto, que los ajenos a ellas piensan cosas raras.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 1 de marzo de 2000