La policía detuvo ayer a dos directivos de una empresa agrícola de Sant Boi de Llobregat (Baix Llobregat), acusadas de haber cometido dos presuntos delitos contra los derechos de los trabajadores y contra los derechos de los extranjeros. Los detenidos, Juan P. V., de 65 años, y Antonio E. P., de 39, tenían trabajando en tareas agrícolas en una finca de la localidad a un total de 19 personas, 12 de las cuales eran trabajadores inmigrantes extranjeros en situación irregular.
Agentes de la sección operativa de Extranjeros, en colaboración con la Inspección Provincial de Trabajo de Barcelona y funcionarios de la comisaría de Sant Boi, se desplazaron a la finca El Rafal para realizar un control de extranjería. Los agentes sospechaban, a partir de una denuncia recibida, que en esta finca trabajaban numerosas personas en situación ilegal. La operación confirmó las sospechas. Los agentes comprobaron que en los cultivos se encontraban trabajando 19 personas. Ninguna de ellas estaba dada de alta en la Seguridad Social ni contaba con el preceptivo contrato laboral. La mayoría de los trabajadores son inmigrantes. La policía comprobó que algunos de ellos tampoco disponían de permiso de residencia. Entre los españoles que se hallaban trabajando en El Rafal había algunos que están jubilados.
Juan P. V. es el administrador de la empresa propietaria de la finca, mientras que Antonio E. P. desempeña funciones de gerencia. La operación combinada de la policía y la Inspección de Trabajo ha puesto de manifiesto la grave situación de precariedad en la que se encuentran muchos inmigrantes, básicamente de origen magrebí, que intentan salir adelante en el Baix Llobregat trabajando en la agricultura y la construcción.
Esta es una situación que ya destapó un estudio de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB). De acuerdo con este estudio, los inmigrantes extracomunitarios sufren un trato discriminatorio tanto en salarios como en jornada laboral y condiciones de trabajo. Los autores advierten que si persiste esta situación, los colectivos de inmigrantes pueden llegar a convertirse en guetos.
Los inmigrantes realizan los trabajos más penosos y más alejados de la población, en ocasiones sin percibir siquiera compensación económica. También acaparan las horas extras, generalmente no remuneradas, y en ocasiones trabajan en los días festivos cobrando lo mismo que en un día laborable.
El estudio de la UAB indica que esta realidad no es fruto tanto de prejuicios étnicos como de una estrategia de instrumentalización de su situación por parte de quienes controlan la oferta de trabajo en el campo o en la construcción.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 1 de marzo de 2000