Cuando se disfruta un libro escrito por un amigo, el placer es doble; tal como me ha ocurrido con Flor de Cananas, de Vicente Tortajada, y con Física y Química, S.L., de Juan Luis Romero Peche, tan tierno y poético el primero y tan afilado en su humor el segundo, también entreverado de poesía: "Era sumisa a la felicidad, como si la felicidad fuese un destino, y era sumisa a la realidad, como si la realidad no fuera la más infeliz de las felicidades". Además, ambos están editados por Renacimiento, librería de viejo y editorial que, aparte de la calidad y cantidad de sus libros y publicaciones, que es lo principal, está en pleno centro, rodeada de bares y de monumentos.Lo digo desde un bar de la calle Mateos Gago, viendo mucha gente y mucho movimiento. Lo digo porque me parece importante que las tres cosas -la librería, los monumentos y los bares- estén apretadamente juntas y como revalorizándose entre sí. Es bueno para todos. Los centros monumentales y turísticos deparan mayor aprecio y satisfacción cuando forman parte de la vida de una ciudad, entre bares, viviendas y comercios. No es fácil porque suelen estar en zonas de su misma naturaleza, con cualidades antiguas, con dificultades de infraestructura, de acceso, de circulación, de aparcamiento, de conservación, de temperatura y de no sé cuántas cosas más, pero, a pesar de todo, en Sevilla hay gente capaz de saltar los obstáculos y lo vamos consiguiendo.
Como ejemplo de comercio he puesto una librería, porque me gusta, porque la tengo muy cerca y estaba pensando en los libros que cité. Entre los bares, no hay como los del centro, oscuros y acogedores como esquinas del pasado, familiares, decadentes, resabiados, sobados y acariciados. Es un placer ponerse a pensar en cuál citarse o pararse o cambiar y seguir caracoleando por la intimidad del centro de esta ciudad. Y como vivienda escojo una de Flor de Cananas que, según Vicente Tortajada, "quedó niquelada matando la cal viva y venga brocha por dentro y por fuera, y en los bajos de la calle un zócalo de almagra; de guardacantón tenía una columna romana semiembutida que esquinaba con calle Bustos Tavera".
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 2 de marzo de 2000