El Ministerio de Defensa está ultimando el lanzamiento del primer programa de satélites militares españoles, que será objeto de debate mañana en el Consejo de Ministros. Se trata de construir dos satélites de comunicaciones, de carácter exclusivamente militar, que deberán estar operativos en el 2003, cuando acaba la vida útil del Hispasat 1B.El primer paso será encargar a la empresa INSA -filial al 100% del INTA (Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial), dependiente del Ministerio de Defensa- el diseño definitivo del proyecto, cuyo coste se estima en unos 30.000 millones de pesetas. La puesta en marcha de este programa supondrá el abandono, por parte del Ministerio de Defensa, de la red de satélites Hispasat, que comparten una carga gubernamental y otra civil.
La avería sufrida en 1997 por el Hispasat 1A y la orientación predominantemente comercial de esta serie -el Hispasat 1C, lanzado en febrero, ni siquiera lleva carga gubernamental- convencieron a Defensa de la necesidad de embarcarse en un proyecto exclusivamente militar.
Sin embargo, la ruptura con Hispasat no será total, pues Defensa -que tiene el 18,20% de las acciones de dicha sociedad- prevé que Hispasat e INSA formen una empresa conjunta para desarrollar el nuevo programa, de acuerdo con los requisitos del Estado Mayor Conjunto.
Esta nueva empresa deberá buscar, a su vez, un socio extranjero con experiencia en el campo de los satélites, que aporte la tecnología necesaria para garantizar el éxito de la operación. Aunque se han barajado varias opciones, la que cuenta con más posibilidades es la firma estadounidense Loral, filial de Lockheed Martin. El objetivo es que el programa suponga un importante impulso para la industria aeroespacial española, aunque se admite que probablemente el primero de los satélites deberá fabricarse fuera.
A pesar de la proximidad de las elecciones generales, el titular de Defensa, Eduardo Serra, no quiere demorar la decisión. Según fuentes de su departamento, los plazos empiezan a apremiar, pues el desarrollo de un nuevo satélite requiere de casi dos años, y el ministro quiere dejar encarrilado este tema a su sucesor.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 2 de marzo de 2000