De nuevo al volante del coche republicano mejor colocado, George Bush enfiló ayer la recta final hacia el supermartes electoral de la próxima semana. Las amplias victorias de Bush frente a McCain en las primarias presidenciales republicanas celebradas el martes en Virginia, Washington y Dakota del Norte anulan las conseguidas por su rival una semana antes en Michigan y Arizona. Bush es de nuevo el favorito.Al Gore mantiene con mucha mayor comodidad su condición de gran aspirante demócrata a la Casa Blanca. El martes, Gore aplastó al ex baloncestista Bill Bradley (68% frente al 31%) en las primarias demócratas celebradas en el Estado noroccidental de Washington. Esas primarias fueron simbólicas y no eligieron delegados. Pero la derrota de Bradley en un Estado progresista y avanzado tecnológicamente como el Estado de Microsoft, Boeing y Amazon confirma que su candidatura no remonta el vuelo.
Es fácil de predecir que Gore eliminará el desafío de Bradley en el supermartes, cuando celebren primarias demócratas y republicanas Nueva York, California y otra docena de Estados. Bush lo tiene menos claro. Pero a su favor juega que la elección de delegados en las primarias republicanas de Nueva York y California estará reservadas a votantes registrados del partido. Su fracaso en Virginia, donde obtuvo el 44% de los votos frente al 53% de Bush, confirma que McCain está empeñado en una misión casi imposible: conseguir la candidatura republicana en contra del aparato y los electores de su partido.
Bush le ganó a McCain aún más ampliamente (58% frente al 38%) en el Estado de Washington, cuyas primarias republicanas, como las de Virginia, estaban abiertas a demócratas e independientes. Presentando a McCain como un candidato que usa políticamente la religión, emplea feroces ataques personales, divide a los republicanos y corteja a demócratas, Bush ganó el caucus de Dakota del Norte, reservado a republicanos, por el 76% frente al 19%.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 2 de marzo de 2000