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Tribuna:

Ruido de oráculos

MIQUEL ALBEROLA

El barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS)desclasificado ayer vino a confirmar los datos -si es que no se trataba de un anticipo de los mismos- que maneja el entorno del presidente Eduardo Zaplana hace una semana: Unión Valenciana no se diluye con la facilidad que esperaba el PP. Tampoco el CIS descarta la posibilidad de que este partido, pese a estar sometido a un insistente proceso de emulsión, logre un diputado, enquistado en los ochenta mil votos. Pero la clave, como siempre, está en la participación, y eso escapa a la química del laboratorio popular.

De cualquier modo, éste es un dato inquietante en los ordenadores del Palau de la Generalitat. El oráculo del CIS no disuelve la duda sobre esta piedra en medio del camino de Zaplana. Sí que disipó alguna incertidumbre entre la patronal valenciana, que se alivió en los cinco puntos de diferencia entre populares y socialistas, por lo que sus representantes más conspicuos -la facción más temática y propensa a las adjudicaciones de la Administración- encontraron ocioso acudir a la reunión convocada por el PSPV-PSOE en un hotel de Valencia. Otro desplante con suficiente información cultural sobre quien lo protagoniza.

La distancia se reduce a sólo dos puntos en los datos que guardan los socialistas en la chistera, aunque a estas alturas de la campaña todas las chisteras son pardas, pero al PSPV siempre le quedará el aval de ese Valentí Almirall del PP en edición de bolsillo que es Francisco Camps, quien ha sintetizado a Paquita La Rebentaplenaris con el reglamento del pádel y la ha envuelto en un cortavientos de Façonable. "Sería una catástrofe social y económica que el acuerdo socialcomunista interrumpiera las políticas de progreso", exhaló ayer con un cierto olor a azufre y el sentido de supervivencia muy tenso.

Por algo alertó en Benidorm Federico Trillo que no hay que fiarse de las encuestas, porque el PP siempre las gana y "luego se ve muy apurado para ganar las elecciones". No se aleja de la duda de este Shakespeare panocho el oráculo socialista, cuyos más recientes vapores indican que el PSOE conseguirá más votos que el PP en España, aunque con ellos obtendrá menos diputados, en virtud del distinto precio con el que se paga el kilo de diputado en cada circunscripción electoral. El síndrome de Maragall, que es el de la dulce derrota, planea de nuevo en un fin de semana en el que se pone sobre la barbacoa casi toda la carne de mitin, a la espera de que los oráculos que faltan por hablar nos digan de qué mal tenemos que morir. Todo, sin que una gran bolsa del electorado haya decidido todavía sus planes para el próximo fin de semana.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 4 de marzo de 2000