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CARTAS AL DIRECTOR

Globalizar Mozambique

Visto lo que tardan los Gobiernos de este mundo global en auxiliar a sus semejantes, no parecen excesivos los motivos para estar orgullosos de que el mono aquel se pusiera erguido y sacara pecho. Si no fuera por esos otros hombres y mujeres que están dispuestos a ayudar o incluso a quedarse con el pueblo cuyo sufrimiento les ha dado la razón de vivir, ya habríamos perdido toda esperanza en esta especie de bípedos salvajes. Una especie que vive ignorando impunemente el dolor y la muerte por necesidad; que está organizada en países cuyos ejércitos tardan meses en movilizarse; ejércitos que tienen sus aviones y helicópteros en los hangares para que el ministro de turno se haga fotos de aviador; ministros que aprueban a regañadientes la ayuda al desarrollo pero que siguen tardando miles de muertos en reaccionar; administraciones cuyos mecanismos de cooperación padecen la enfermedad de la pachorra y cuya previsión ante catástrofes humanitarias es tan increíble que por no tener no tienen ni aviones con el material esencial dispuesto para despegar en cualquier momento y ante cualquier eventualidad. Con todo, lo que falta y es preciso practicar, primero por parte del Gobierno por urgencia, medios y ejemplo, y después por parte del resto de la sociedad, al margen de cuestiones morales, es el hábito de ayudar. Si no conseguimos crear ese hábito internacional, la globalidad será únicamente aprender geografía a costa de los muertos. Puestos a globalizar, empecemos por Mozambique.- . Médicos sin Fronteras. Sigo mi costumbre de transitar por el periódico al revés: de atrás a adelante. Atravieso sus diversos territorios sintiendo las noticias como un ligero rumor que rebota contra mi superficie. Pero al llegar a la página 2 leo que dos religiosas no quieren abandonar el hospital de niños enfermos terminales de sida de Chokwe y una tercera tampoco quiere dejar a sus pacientes de Cholucuane, arriesgándose las tres a nutrir la lista de víctimas del drama que cruza Mozambique. Cuando termino el recorrido me siento compensado por estas muestras de humanidad tan hermosas, al lado de los ríos y ríos (estos sí) de banalidad y vacío.- Carlos Gallego Brizuela. Madrid.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 4 de marzo de 2000