Ataviados con capa y chistera negras y entre llantos y lamentos, los miembros de la Alegre Cofradía del Entierro de la Sardina dieron ayer cristiana sepultura a un pescado vestido de canutillo y lentejuelas. Con este simbólico acto, de origen incierto y gran tradición, se puso fin a la celebración de los carnavales y comenzó la Cuaresma.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 9 de marzo de 2000