La salida de Colombia del periodista Francisco Pacho Santos por supuestas amenazas de las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia) originó ayer una fuerte reacción desde varios sectores del país. Santos es director del diario El Tiempo, el más influyente del país, y el hombre que movilizó con la campaña No más a millones de colombianos a salir a las calles contra el secuestro. De nuevo se pidió a la organización guerrillera hechos que den credibilidad al proceso de paz y de reconciliación. Pacho salió del país el sábado, después de que sus guardaespaldas le alertaran de un plan para asesinarlo. "Soy un estorbo para ese macrabro negocio [el secuestro] que acaba con cualquier frontera ética o ideológica. Así de simple es la cosa", dijo en su columna del domingo. El supuesto compló se atribuye al Frente 22 de las FARC; a su comandante, Henry Castellanos, Romaña, el ideólogo de las pescas milagrosas, que generalizó y multiplicó las ganancias del secuestro.
Raúl Reyes, portavoz de la organización guerrillera, le dio la vuelta a la denuncia: "Eso debe ser más bien una historia que han armado desde la inteligencia militar contra el proceso de paz y de diálogo", afirmó, y dijo desconocer amenazas de ninguno de sus frentes contra el periodista y presidente de la Fundación País Libre.
Mientras directores de medios de comunicación, sacerdotes y representantes de la sociedad civil enviaban ayer una carta a las FARC solicitando "claridad" sobre este caso, quedó patente que de momento nadie le pone freno a la sanguinaria acción paramilitar. Este fin de semana, 17 campesinos fueron masacrados. Los paramilitares llegaron a las aldeas -en las provincias de Antioquia y Bolívar- y eligieron a sus víctimas; a unos los degollaron frente a sus familiares, a otros les dispararon a bocajarro.
El representante en Colombia del Alto Comisionado de Derechos Humanos de ONU, Anders Kompass, aseguró que para que la negociación de paz avance el Estado debe ser más eficiente en la lucha contra los paramilitares y la guerrilla debería liberar a los secuestrados.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 14 de marzo de 2000