La Corte Suprema de Estados Unidos ha permitido a una cárcel de Arizona que prohíba a sus prisioneros la posesión de todo tipo de material de contenido sexual. La atípica decisión surgió a raíz de la queja de Jonathan Mauro, que lleva cuatro años en una prisión de Phoenix, a la espera de ser juzgado por estafa. Hace unos meses pidió permiso para suscribirse a la revista Playboy, lo que le fue denegado por las autoridades penitenciarias. Ni corto ni perezoso, Mauro recurrió al supremo tribunal al argumentar que tal medida violaba sus derechos constitucionales de libertad de expresión. La Corte de Washington ha justificado su decisión, asegurando que este tipo de material u otro que "muestre desnudez frontal" crea tensión en las prisiones y aumenta las agresiones verbales hacia el personal penitenciario femenino. Mauro se quejó en su recurso de las medidas de su centro, tan estrictas que incluso pueden aplicarse al National Geographic, y propuso, como solución alternativa, la creación de una sala de lectura especial donde los prisioneros pudieran consultar el susodicho "material sexual". Propuesta que le fue denegada. En estos momentos hay dos millones de reclusos en Estados Unidos.-
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 22 de marzo de 2000