El secretario del Tesoro de EEUU, Lawrence Summers, concretó ayer tímidamente su propuesta de reforma de las instituciones financieras internacionales. En este caso, el marco elegido fue la asamblea anual del Banco Interamericano de Desarrollo (BID). El programa de revisión propuesto por Summers, representante del primer accionista del banco y poder efectivo en la sombra de todas las instituciones multilaterales ubicadas en Washington, como el FMI y el Banco Mundial, incluye, entre otros, reforzar el papel del sector privado.
Summers también propuso un mayor control sobre el uso final de los créditos para la reducción de la pobreza. El punto más inquietante del discurso de Summers fue el referido a la crisis de Colombia, Venezuela y Ecuador, sobre la que afirmó que "en el mundo de hoy, los Estados débiles pueden ser una amenaza tan grande como la de algunos Estados fuertes del pasado". Para esa zona y para el conjunto de América Latina y el Caribe, el BID prevé este año un crecimiento entre el 3% y el 4% del PIB, frente al 0,3% de 1999.Summers mostró la pauta de lo que será su política respecto al papel de las instituciones financieras multilaterales en relación con el equilibrio del sistema financiero internacional. "Rechazamos categóricamente el punto de vista, abrazado por algunos, de que los préstamos para el desarrollo no forman parte de las respuestas a la crisis", señaló, al tiempo que planteaba que instituciones como el BID aprovechen los momentos de estabilidad para acumular recursos "para estar preparados para ampliar las ayudas disponibles y ofrecerlas rápidamente en tiempos de crisis".
Una oferta que no debió desagradar al presidente del BID, Enrique Iglesias, quien poco antes había inaugurado la asamblea, a la vista de que en la práctica Summers está proponiendo un mayor relieve político, queda por ver si también financiero, para instituciones como el BID y un hipotético detrimento de las funciones del Fondo Monetario Internacional (FMI) y del propio BM.
En la misma línea, Summers pidió que la política de precios de los créditos del BID permita la competencia del sector privado e incluso que la institución multilateral no preste a los países y gobiernos que puedan acceder por sí mismos a los mercados de capitales.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 28 de marzo de 2000