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CARTAS AL DIRECTOR

¿Beneficios?

Luminosa mañana dominical ésta del invierno tardío en una gasolinera del norte de Madrid. Una muchachita, casi una niña, atiende todo, aparentemente sola. Como llevo algo de prisa me sirvo yo mismo mientras un loro mecánico me vocea desde el surtidor cosas que ya sé. Luego, en tanto esperamos que la Visa cumpla su misión, compruebo que sus manos están enrojecidas y magulladas. La pregunto si es que está ella sola e instintivamente me contesta con una mirada desconfiada, como si yo quisiese confirmar mi superioridad alevosa, pero enseguida advierte que la expedición familiar a cuyo frente me encuentro es inofensiva, y entonces su gesto se dulcifica y se relaja.Dice que sí, que está ella sola y que "antes" lo atendían tres personas (no dice que hombres hechos y derechos, pero yo lo sé). Tiene ganas de hablar, y se queja del frío intenso mientras se frota las manos, a pesar del sol el peor en los dos meses que lleva allí, dice. Cuando finalmente se inclina para hacer una rúbrica en la tira que acaba de vomitar la máquina de la tarjeta, la dirijo una última mirada, aprovechando que ella no me ve: tiene aproximadamente la edad de mi hija pequeña, carne propicia de uno de esos contratos que sirvieron para cambiarla por los otros tres que le precedieron. Ahora ella y yo compartimos los inconvenientes de esa estúpida permuta, cuyos beneficios no están donde aseguraron que irían: ella trabaja más cobrando menos, y nosotros tenemos que servirnos el combustible al tiempo que los precios se han disparado sin que se perciba siquiera signos de competencia. ¿Dónde están los beneficios?- .

* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 28 de marzo de 2000