El exilio cubano de Miami se mantuvo ayer en un compás de espera, relativamente calmado, en comparación con la tensión del día anterior que culminó con una multitudinaria manifestación político-religiosa, llamada Cruz del Dolor, en la que más de diez mil personas con velas, crucifijos y pancartas rezaron para que Elián González se quede en EEUU y gritaron consignas contra sus principales enemigos, Fidel Castro y Janet Reno. Irónicamente, Reno fue elegida fiscal estatal de Miami, durante 15 años, con los entusiastas votos de los cubanos, a los que cortejó y conquistó. Pero Elián ha acabado con esa luna de miel. "Reno traidora, no vuelvas a Miami", gritaba enérgicamente María Quintero, cubana de 61 años, "para que se enteren Clinton y Castro que nosotros tenemos poder y no vamos a permitir que sacrifiquen a Elián". En la marcha participó el alcalde cubano del condado de Miami-Dade, Alex Penelas, que horas antes había desafiado al Gobierno federal junto con otros 23 alcaldes, advirtiendo que las fuerzas policiales no cooperarían en sacar a Elián de su casa.
La afrenta, sin precedentes en los anales de las relaciones intragubernamentales, dejó perplejo al resto de EEUU, pero en Miami -donde la vida diaria se rige por dogmas anticastristas y los cubanos copan el poder político- se acogió como una heroicidad. El 89% lo aprobó, según una encuesta de Canal 23-Univisión. La convocatoria de desobediencia civil sigue en pié, lista para activarse si se inicia el proceso de repatriación de Elián, dijo Ramón Saúl Sánchez, presidente del Movimiento Democracia.
Joe Carollo, cubano y alcalde del municipio de Miami (el principal de los 29 pertenecientes al condado Miami-Dade) explicó a EL PAÍS que "la obligación de la policía es proteger las vidas y la propiedad, no aplicar la política federal".
Rita Oliva que duerme desde hace cuatro días al lado de la casa de los González, insistía en seguir su vigilia: "Tendrán que pasar por encima de nuestro cadaver para sacar a ese niño".
INS: www.ins.usdoj.gov
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 31 de marzo de 2000