El alto mando militar denunció ayer a uno de sus hombres, el coronel Yuri Budánov, al que acusa de haber entrado con un carro de combate en la aldea chechena de Tanguí (distrito de Urús Martán) y haber exigido en una casa que le entregaran a una muchacha de 18 años, apellidada Butsíyeva. Después de llevarla a su regimiento, Budánov la violó, la estranguló y, con ayuda de sus hombres, la sepultó. Budánov declaró que no la había violado y que la había matado en un ataque de ira, tratando de arrancarle una confesión. Se trata de la primera ocasión en que Moscú reconoce uno de los atropellos de los que se acusa a sus tropas y toma medidas.Las autoridades rusas también reconocieron ayer que tropas de élite del Ministerio del Interior cayeron el miércoles en una emboscada en el sur de Chechenia y que, al menos, 33 soldados están desaparecidos, y tres resultaron muertos. El combate duró cerca de cinco horas, al cabo de las cuales se perdió contacto con la columna. El mando envió tropas en ayuda de los cercados y lograron rescatar con vida a 13 soldados, de los 49 que componían la columna.
El miércoles, el asesor presidencial Serguéi Yastrzhembski desmintió las noticias de los guerrilleros, que decían haber matado a decenas de soldados en la emboscada, y aseguró que sólo había cuatro heridos. Pero más tarde, Moscú tuvo que desmentirse a sí mismo y reconocer al final la desaparición de una treintena de soldados. Ésta es la táctica que adopta siempre el Kremlin: minimizar los horrores de la guerra, tanto si se trata de pérdidas propias como de acusaciones de torturas y asesinatos cometidos por sus soldados.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 31 de marzo de 2000