Como ciudadana boliviana residente en España, quisiera manifestar mi punto de vista sobre los últimos hechos ocurridos en mi país. El general Bánzer, como él gusta de llamarse, es el único superviviente político de las dictaduras totalitarias que asolaron Suramérica en los años setenta y ochenta. Amparado en la supuesta legimitidad democrática que le otorgó su elección como presidente en 1997 (en un país donde, cuidado, vota algo menos del 30% de la población) y atribuyendo la rebelión campesina a una confabulación de los narcotraficantes, este viejo militar ha encabezado una nueva represión sanguinaria de las legítimas protestas del pueblo boliviano.Estado de sitio, asesinatos, desaparecidos... ésa es la única respuesta que cabe esperar de quien acumula tantos crímenes sobre sus espaldas. Pero Bánzer no está solo. Él es, al fin y al cabo, el rostro más visible de esa extrema derecha suramericana, elitista, criolla y blanca, que desde el fin de la Colonia ha estado enquistada en el poder. Es la misma derecha que aclama a Pinochet, reclama inversiones a las empresas españolas y envía a sus hijos a las mejores universidades europeas y norteamericanas.
Quiero que sepan que mi país no es pobre. Sus recursos naturales son inmensos, su población es joven y nuestras ganas de construir un futuro mejor y más justo, enormes. Pero necesitamos que nos dejen ser dueños de nuestro propio destino.
Cuando José María Aznar viaja a Bolivia y se entrevista con "los hombres de negocios bolivianos", no puedo dejar de estremecerme. ¿Sabían ustedes que mi país se está convirtiendo en un cementerio de residuos nucleares de los países "desarrollados"? ¿O que las grandes compañías madereras de Japón e Inglaterra están convirtiendo las selvas tropicales del oriente boliviano en un nuevo Sáhara? Supongo que sólo son datos, claro.
Mientras escribo estas líneas, sé que el Ejército está recuperando el control de la situación y todo vuelve a estar "en calma". Bonito eufemismo para definir la miseria en la que vive mi gente.- Cecilia Aramayo Reyes. Barcelona.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 14 de abril de 2000