Hay reacciones humanas imprevisibles. Molesta el exceso de desinencias o y a al leer, pero ni siquiera nos inmuta tanto empacho de estupidez, lo que es igual a falta de claridad formalizada en sociedades del "bien-estar", que es lo que más nos gusta y nos encanta. Estar, que para eso estamos. Ya nos hemos acostumbrado a leer en "masculino" sin límites que nos consideren. Hombre en genérico absoluto, en todo espacio físico y metafísico. ¡Qué molesto resulta esforzarse! Al igual que ese recurso facilón para que quedemos incluidas en textos que a la vez nos hacen "trabucarnos" y nos impiden "leer en paz". También me molesta, pero por cuestiones distintas, cada cual tiene "sus motores".¿Le parece a María Dolores Vázquez Navarro, de Londres, y a quienes como ella piensan que mujeres y hombres actuamos y decidimos en igualdad?Tampoco se piensen quienes recurren a "feminizar" textos para no parecer sexistas que hay soluciones fáciles que terminen con complejas manías, neuras, obsesiones, creencias, tradiciones y demás costumbres castradoras que, para qué vamos a "gastar energía" en algo más que no sea producir, evadirse y mirarse el ombligo a la vez que damos para el Domund, Cáritas o cualquier otra ONG que "alivie" a quienes sufren infortunios estratégicos mayores. Lo nuestro es mental.
Mientras miramos sin ver, esperamos sin esperanza a que el progreso (así llaman ahora al Todopoderoso) nos preñe de nuevas tecnologías y nos aborte cualquier iniciativa que no sea debidamente cumplimentada.-
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 18 de abril de 2000