"La lección de hoy", confesó Juan Carlos Ferrero, de 20 años, tras perder la final del Trofeo Godó, "es que cuando un jugador está tan fino y juega un tenis tan bueno como el de Safin, hay que jugar muy bien para ganarle. Y si no lo haces, no hay nada que hacer".Sin perder la sonrisa y con un tono franco y cordial, Ferrero aseguró que siempre guardará un excelente recuerdo de su paso por este Godó. "El balance es muy positivo. Subiré hasta el octavo puesto en la clasificación mundial del año, y el torneo me ha servido para coger mucha confianza en mí mismo. Me he convencido de que juego bien, y afrontaré el torneo de Roma con más confianza".
Ferrero reconoció, sin embargo, que tuvo muy pocas opciones en la final. "La trayectoria no ha sido completa porque hoy no he ganado. Pero estoy contento. En la final no hubo ninguna opción para mí. No pude con él porque no estuve fino, y él en cambio jugó a un altísimo nivel. Sacó muy bien y eso le permitió dominar los puntos. En cambio, con mi saque él me restaba increíblemente. Hacía mucho tiempo que Marat no jugaba así".
El tenista español no aceptó que la presión le hubiera influido, y ni siquiera que acusara el cansancio de su partido de semifinales frente a Carles Moyà. "Algunos parece que pretenden que eso sea así", comentó. "Pero no es verdad. No estaba cansado. Lo que ocurrió fue que tuve pocas posibilidades de réplica. Nada más".
El trofeo se rompió
En la entrega de premios, Ferrero vivió atónito el momento en que el trofeo de campeón se partió en tres trozos y se cayó al suelo cuando Safin intentaba levantarlo. El problema, según explicó la organización, fue que los miembros de seguridad de la Casa Real desmontaron la copa para comprobar que no hubiera una bomba. Y la montaron mal.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 1 de mayo de 2000