La tensión por la crisis austriaca en el seno de la UE empieza a reducirse. Seis países, entre ellos España, defendieron ayer la necesidad de buscar alternativas a la actual situación durante la reunión informal de ministros europeos de Asuntos Exteriores. En la cita de ayer en Furnas, en las portuguesas islas Azores, "no se tomó ninguna decisión", puntualizó el jefe de la diplomacia portuguesa, Jaime Gama. Pero cada vez hay más indicios de que en el Consejo Europeo de junio en Oporto pueden sentarse las bases para un cambio de estrategia.
La machacona insistencia de Austria y el paso del tiempo están empezando a resquebrajar la firmeza de los Catorce. Ha desaparecido ya la tensión de los primeros días, los feos a los ministros austriacos en los encuentros formales o informales. En la cumbre de Lisboa, en marzo pasado, sólo la presencia del presidente de México, Ernesto Zedillo, permitió justificar que los Quince posaran juntos para una foto que dejó de llamarse "de familia" para convertirse en "de grupo".Este fin de semana, en la hermosa isla de San Miguel, en medio del oceáno Atlántico, casi a medio camino entre Europa y América, los ministros de Exteriores se han hecho hasta tres fotos con su homóloga austriaca, Benita Ferrero-Waldner. El sábado hubo dos: una más informal entre vapores volcánicos y otra más seria en los jardines del hotel. Pero a la segunda no acudió, ocupado al teléfono, el ministro francés Hubert Védrine. Para deshacer malentendidos, Védrine pidió una tercera foto, en la que él y el alemán Joshka Fischer flanquearon a Ferrero-Waldner.
Fue un símbolo que ilustra bien el nuevo ambiente, menos crispado. Y un poco cansado ya de un bloqueo que no parece afectar a la implantación popular del extremista Jörg Haider. Quizá por eso la ministra quiso aprovechar el encuentro de ayer para pedir a sus homólogos que en el Consejo Europeo de Feira (Oporto), a principios de junio, se fije un marco de trabajo para dar una salida a la situación. Se trataría de aplicar a Austria el mismo sistema de imposición de condiciones y controles comunitarios que permitieron levantar el embargo sobre el vacuno británico. Entonces se alcanzó un acuerdo que no alteró nada de forma inmediata pero que sentó las bases para el levantamiento del embargo a largo plazo.
Cinco países la apoyaron con más o con menos entusiasmo, desde el abierto del italiano Lamberto Dini hasta el más prudente pero inequívoco del español Ramón de Miguel.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 8 de mayo de 2000