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El elefante 'perdido' de Aníbal

Hace más de cinco millones de años, un hambriento tigre de diente de sable recorría lo que actualmente es el cerro de los Batallones, en el término de Torrejón de la Calzada, a la búsqueda de alguna presa. Al fondo de una cavidad abierta en el terreno vio moverse a un herbívoro. El tigre entró a devorarlo, pero ya no pudo salir. Había caído en una trampa natural en la que quedarían apresados también cientos de animales. Cinco millones de años después, los paleontólogos del Museo de Ciencias Naturales descubrieron aquel tesoro científico y lo calificaron de "uno de los más espectaculares realizados a lo largo de la historia de la paleontología española". Los restos de olvidados carnívoros, cérvidos, insectos, aves o reptiles volvieron así a la luz para su estudio.Ahora, la Consejería de Educación ha editado un libro -Patrimonio paleontológico de la Comunidad de Madrid- en el que recopila las actuaciones más importantes de los últimos quince años. La historia de la paleontología madrileña comienza a los pies de la Almudena, cuando el historiador árabe Ben Hayyan relata que durante la construcción del foso del castillo Madrid, en el siglo IX, se halló la tumba de un "gigante" que medía 57 codos (unos 12,5 metros).

También durante el reinado de Felipe III, bajo la calle de Fuencarral, se halló un "colmillo tan enorme que los anticuarios lo atribuyeron a un monstruo prehistórico". Pero no sería hasta 1779 cuando los madrileños volvieron a toparse con uno de estos gigantes. Junto al puente de Toledo se encontaron los restos de un megaterio. Pero las autoridades no lo vieron igual. Determinaron que se trataba de un "elefante de las tropas de Aníbal" que murió por la acometida de "los carpetanos de la parte de acá del Tajo". El siglo XIX fue una época de grandes descubrimientos, pero desaprovechados por la falta de preparación. Muchos restos terminaron en colecciones extranjeras o perdidos. El XX no empezó mejor. Tras la guerra civil, "se llevaron a cabo depuraciones de personal investigador y se establecieron muchos cánones de actuación; los estudios evolutivos no estaban bien vistos, centrándose las investigaciones de prehistoria en momentos ya propiamente históricos".

Sólo con la llegada de los sesenta se recuperó la investigación. Se estudian las terrazas del Manzanares o el valle del Jarama. Pero habrá que esperar otros veinte años para que la paleontología despegue. El viceconsejero de Patrimonio, Juan Carlos Doadrio, manifestó, durante la presentación del volumen, que los hallazgos realizados en los últimos años han sido espectaculares y han permitido valorar el conjunto de carnívoros más importante de Europa". "El libro", dijo, "es sólo una pequeña puerta de entrada a aquella historia perdida y ahora recuperada".

* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 8 de mayo de 2000

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