La selección natural es uno de los mecanismos fundamentales de la evolución. Entender de qué modo funciona exactamente es uno de los mayores retos de la ciencia actual. Un encuentro en Barcelona, auspiciado por el Instituto de Paleontología Miquel Crusafont de la Diputación y por el Museu de la Ciència de la Fundació La Caixa, reúne desde hoy en el museo a científicos de todos los campos para debatir las distintas teorías.
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Biólogos, paleontólogos, ecólogos, físicos, genetistas, filósofos de la ciencia... Todos tienen qué decir sobre la selección natural y todos lo dicen, a menudo contradiciéndose. La idea de que ponerlos a todos a discutir puede ser una buena manera de afinar las certezas está en el origen de este encuentro que se inicia hoy y acabará mañana y que va a dejar como resultado un libro que se quiere que sea punto de referencia sobre la cuestión. Entre los ponentes están científicos como el paleontólogo norteamericano Niles Eldredge, su compatriota especialista en filosofía de la biología y la evolución Elliot Sober, el director de las excavaciones de Atapuerca Juan Luis Ursuaga, el paleontólogo Jordi Agustí y el ecólogo Ramon Margaleff. Jorge Wagensberg, director del Museu de la Ciència y él mismo como físico uno de los ponentes, subrayó ayer la voluntad agitadora de la organización: "Nos gusta poner sobre la mesa temas que detectamos que son polémicos y para este encuentro hemos asegurado la colisión de ideas". Explicó Wagensberg que el origen del encuentro está en una reunión sobre evolución biológica el pasado verano en la Universidad Autónoma de Barcelona que se prorrogó tres horas a pleno sol y se acabó por convertirse en una fuerte discusión entre varios de los que ahora son ponentes en el museo. "Observé que teníamos un problema de lenguaje, cada uno hablaba desde su especialidad. Y que en la cuestión fundamental de donde actúa la selección, cada uno hacía hincapié en un punto diferente: los genes, el individuo, el grupo". Wagensberg apuntó que tras la "colisión" del encuentro "algunos tendrán que cambiar de opinión", lo que, consideró, "al revés que en política, constituye un acto de alta nobleza en ciencia".
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 19 de mayo de 2000