En el artículo A la caza de vocaciones. El oscuro huerto de Getsemaní, que apareció el domingo 21 de mayo, la periodista me hizo responsable de una serie de afirmaciones como "portavoz" de la Conferencia Episcopal Española. Quiero aclarar que no soy tal portavoz ni como a tal se me entrevistó; que mi opinión personal en el tema de la entrevista no es extensible al pensamiento de los obispos -que no me han hecho su portavoz sobre el asunto- y que cualquier alusión a las supuestas preocupaciones de la Conferencia Episcopal sobre las actividades vocacionales de los sacerdotes que en el artículo se mencionan no tienen fundamento en cuanto yo expresé a la periodista.Se puede sintonizar o no con el espíritu del movimiento apostólico al que se alude, se puede corregir cualquier exceso posible en la falta de transparencia a la hora de comunicar a los padres por parte de una joven mayor de edad que se quiere ir a un convento, pero no debe salpicarse con el latiguillo de la sospecha, y casi la delincuencia, la actividad de pastoral vocacional de estos sacerdotes, aludiendo a que la Guardia Civil y la fiscalía han investigado el caso, cuando no hay nada sospechoso ni delictivo, como han reconocido estas instituciones.
Resulta un tanto hipócrita que se rasguen vestiduras porque una joven mayor de edad se consagre a Dios en una espiritualidad y en un camino que libremente escoge..., precisamente en la época de las tolerancias modelo Gran Hermano. Si se propugna y subvenciona el amor libre hasta la indiscreción, ¿dónde está el problema en que una chica libremente ame consagrándose a Dios?- .
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 1 de junio de 2000