Estamos asistiendo a la publicación en los periódicos de una idea que muchos de nosotros utilizábamos al argumentar contra el bloqueo económico que el Gobierno de Estados Unidos ha decretado contra Cuba desde los años setenta, y cuyo coste económico se puede evaluar simplemente imaginando lo que hubiera supuesto para España en los años setenta la prohibición de que ciudadanos de países cercanos geográficamente, como alemanes, ingleses o franceses, viajaran a España o que los emigrantes que trabajaban en estos países enviaran su dinero ahorrado a España.Recientemente, el presidente de Estados Unidos afirmaba que "el comercio es una estrategia de promoción de la libertad". Al leer estas palabras, alborozado, me abracé a mi mujer gritando que el bloqueo que ha causado tanto sufrimiento y enfermedad al pueblo cubano se había levantado. Sin embargo, ella me hizo notar que, por sutilezas más allá de nuestra democrática comprensión, el comercio da más libertad al pueblo chino, pero no al cubano. ¿Alguien todavía se atreve a dudar de que Estados Unidos considera a Cuba una colonia, a la que, con la utilización del hambre como instrumento de guerra, pretende volver a dominar?
Hoy sigue siendo necesario desenmascarar las conductas inmorales y arrogantes del Gobierno estadounidense, reprobadas por mayoría aplastante, año tras año, en la Asamblea General de Naciones Unidas. Aunque, bien mirado, ¿a quién le importa lo que diga la democrática Asamblea General de Naciones Unidas?- .
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 1 de junio de 2000