Selecciona Edición
Selecciona Edición
Tamaño letra
Tribuna:

Distancias

Todos los profesionales y aficionados saben, o deberían saber, que tomar la distancia justa a los toros es el secreto para que la lidia y el toreo ligado y profundo en todas las intervenciones resplandezcan por encima de la picaresca y trampas que los profanos ignoran y se tragan. Desconfíe o ponga en duda la calidad de los toreros que siempre o casi siempre se enmiendan con pasitos para atrás o para un lado entre pase y pase. Además de ser antiestético, siempre o casi siempre es que ni la distancia ni la colocación han sido correctas. Y es verdad que demasiados toros modernos no se prestan al toreo eterno.Pero me voy a referir a la distancia de las estadísticas entre Las Ventas y las otras plazas, incluidas las de su mismo rango.

¿Cómo es posible que en ferias mucho más cortas que la de San Isidro haya frecuentes salidas a hombros? ¿Son salidas a hombros que forman parte del cachondeo festivo de jóvenes peñistas? ¿Son salidas amistosas o pagadas a costaleros y capitalistas? Claro, hombre, alguna hay justificada.

¿Cómo es posible que haya figuras que corten rabos en provincias y no tocan pelo en Madrid? ¿Somos demasiado exigentes aquí y demasiado tolerantes allá? Porque el toro ya está casi uniformado, no nos engañemos. Como diría el filósofo Valdano, ¿es el miedo escénico que agarrota ánimos y nervios? ¿Es el miedo a las carencias de sí mismo, dadas las carencias de múltiples toros y desconocen el temperamento de un toro de verdad que pueda salir en Madrid? El caso es que nada tiene que ver el necesario rigor de la cátedra y las peligrosas flaquezas de otros foros. El día que varios Jesulines y Morillas cierren la temporada intercambiándose sus guiones, la corrida queda sin argumento y del cachondeo pasaría a la desapareción.

¿Qué pasó aquella tarde? El atrevido Jesulín celebró el cierre de una atrevida temporada ofreciendo la muleta a su atrevido apoderado S. Morilla (se puso delante, incluido amago de voltereta), persona con edad y facultades imposibles para salir airoso. ¡Manda huevos o flores como cunda el ejemplo! ¿Se imaginan a Fraga y Platero en el papel de Hermoso de Mendoza y Cagancho?

Miren, ser torero reconocido con todas las consecuencias conlleva riesgo, responsabilidad y talante que sólo están al alcance de unos pocos privilegiados para la gloria y la tragedia. Lo demás son medias tintas.

La única plaza que está a la altura de la grandeza de esa locura genial que es el toreo es Las Ventas. Y si para ello las figuras tienen que hacer menos paseíllos, mejor. Se trata de separar el grano de la paja para que la simiente crezca sana y segura por siglos.

Ángel Arranz fue novillero.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 4 de junio de 2000