Michael Meacher, ministro británico de Medio Ambiente, ha admitido que resulta imposible evitar la presencia de polen transgénico (procedente de cultivos alterados genéticamente) en las cosechas tradicionales. Separar los terrenos de siembra varios kilómetros, como proponen las organizaciones ecologistas, tampoco servirá de mucho. El polen suele viajar más lejos de lo que se creía.En el futuro, según el Gobierno laborista, lo más sensato será establecer unos mínimos aceptables de contaminación e informar al consumidor de que todas las frutas y verduras del mercado pueden incluir trazos de material genéticamente modificado.
Las declaraciones de Meacher ante la Cámara de los Comunes, han llegado pocas horas antes de que la cadena de supermercados Iceland, una de las más grandes del Reino Unido, asegurara haber adquirido el 40% de la producción mundial de verduras cultivadas sin tratamientos químicos (abonos, insecticidas). Un sondeo de opinión interno demuestra que sus clientes comprarían sólo este tipo de alimentos si no fueran tan caros. Por ello, la tienda ha decidido ponerlos a la venta al mismo precio que los tradicionales. Si el experimento sale bien, podría dedicarse por entero a la comercialización de productos orgánicos.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 15 de junio de 2000