La secular tradición barcelonesa del ou com balla, que está documentada desde 1937, volvió ayer al claustro de la catedral de Barcelona, y a algunos patios de los señoriales caserones góticos. Las fuentes de chorro de estos lugares, como cada año por un Corpus cada vez más laico, volvieron a hacer bailar un huevo vacío para gozo de conocedores y sorpresa de profanos y turistas, quienes ayer, absortos, contemplaban cómo la fuerza del agua y las leyes de la física hacen bailar sin parar, y -lo mejor- sin que se caiga, un huevo, que en algunas partes -las tradiciones cambian- era de plástico.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 23 de junio de 2000